Rescatar el espacio público, Para construir una vida urbana sin pobreza
El pasado 17 de octubre se conmemoró el Día internacional para la Erradicación de la Pobreza, ocasión propicia para reflexionar en torno a los desafíos que enfrentamos aquí y ahora en Aguascalientes, especialmente, en lo que se refiere a las condiciones de vida de nuestras familias y comunidades. Más allá del factor económico, la autora plantea que el mayor reto para combatir la pobreza es de carácter social y urbano.
Un aspecto importante de esta reflexión tiene que ver con la relación existente entre la pobreza y la construcción del espacio urbano. Me parece que es ahí en donde se encuentra el mayor desafío a la calidad de vida en el Aguascalientes actual.
Por ello, quisiera referirme a tres ideas centrales. La primera gira en torno a nuestra concepción de pobreza. ¿Cuándo pensamos en pobreza, en qué –no- pensamos? Centramos la reflexión en cuestiones que tienen relación con la economía y con la provisión de servicios e infraestructura. Nos referimos a elementos tales como el nivel de ingresos; niveles de educación y cobertura de salud; agua potable, drenaje, pavimento, electricidad.
Por otro lado, pensamos en individuos sólo parados. Cuando mucho los concebimos como miembros de un hogar. Los datos sobre pobreza aparecen reportados por persona: esperanza de vida, ingreso per capita, nivel de educación.
Rara vez pensamos en recursos no materiales, como, por ejemplo, recursos sociales, culturales o psicológicos, que de igual manera pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de la población.
Segunda idea: si partimos de la información generada a partir de los criterios en los que sí pensamos cuando hablamos de pobreza, en Aguascalientes, en términos generales, tenemos un buen nivel de vida. Y, sin embargo, ¿podemos afirmar que ya no tenemos problemas de pobreza? Para intentar dar algunas respuestas a esa pregunta, mi propuesta gira en torno a una tercera idea: el problema fundamental al que debemos enfrentarnos para combatir la pobreza de Aguascalientes es de carácter social, más que de carácter, exclusivamente, material. Esto es, centra nuestro desafío en torno a lo que se conoce como exclusión social.
La definición que hace de exclusión social la Unión Europea puede darnos algunas pistas:
Imposibilidad de gozar de los derechos sociales sin ayuda, en la imagen desvalorizada de sí mismo y de la capacidad personal de hacer frente a las obligaciones propias, en el riesgo de verse relegado de forma duradera al estatus de persona asistida y en la estigmatización que todo ello conlleva para las personas y, en las ciudades, para los barrios en que residen.
La idea anterior se complementa con la precisión hecha por Giddens en cuanto a que la exclusión no es un efecto de la casualidad, deriva de "estrategias adaptadas por los grupos para separarse de los extraños, impidiéndoles el acceso a recursos valiosos".
Si nos asomamos a la problemática de Aguascalientes desde la perspectiva de la exclusión social, podemos discutir cuestiones que se nos escapan de las manos si seguimos definiendo la pobreza tomando en cuenta aspectos meramente materiales y sumamos datos recopilados persona por persona. Asimismo, la cuestión nos remite a la dimensión espacial, a la relación que la exclusión tiene como la manera en que los grupos sociales están ubicados en la ciudad… y la no ciudad.
Las ideas antes mencionadas nos llevan a concluir, en pocas palabras que la pobreza no es meramente material ni individual, tiene una dimensión social y una dimensión espacial. Tomando en cuenta esto, hago una propuesta hacia dónde creo que es más pertinente que volteemos nuestra mirada.
El crecimiento urbano que ha tenido Aguascalientes, a partir de los años setenta, ha llevado a una división social del espacio. De ésta, podemos destacar dos tendencias importantes:
- Los habitantes se ubican en las diferentes partes de la ciudad de acuerdo con su nivel de ingresos.
- En los asentamientos urbanos de menores recursos se van construyendo gran cantidad de viviendas en serie, juntas y muy pequeñas, a las que se encarecen los espacios públicos.
La combinación de una vivienda muy pequeña en espacios urbanos de gran concentración de población, con espacios públicos muy reducidos y con frecuencia de baja calidad, propicia la violencia social tanto en el interior de la vivienda como en el espacio de proximidad, el espacio inmediato a tal vivienda. Hemos realizado investigaciones en diferentes partes de la ciudad capital y de la zona conurbada que nos muestran, una y otra vez, la forma en que diferentes grupos sociales se disputan los escasos espacios públicos existentes en los fraccionamientos.
Nuestro reto en Aguascalientes no está centrado en el ámbito material, como puede ser la construcción de infraestructura y vivienda. Sabemos que nuestros niveles de cobertura en esos rubros son muy altos, de hecho a veces rebasan las necesidades de la población local, como es el caso de la vivienda. Nuestro principal reto aquí y ahora, gira en torno a la necesidad de fortalecer nuestra comunidad, para lo cual es indispensable retejer los lazos sociales.
El Aguascalientes contemporáneo ha testificado un desdibujamiento de sus formas tradicionales de coexistencia social a partir del conocimiento exponencial de la ciudad capital desde alrededor de los años setenta. El crecimiento de la población y la forma en que se ha desarrollado sobre todo la ciudad capital, han incidido en ese resquebrajamiento de los lazos sociales tradicionales y han ido propiciando problemáticas sociales. Así, en lugar de retejer los vínculos sociales dentro de un nuevo contexto de mayor modernidad, se han ido deteriorando las pautas de coexistencia cotidiana. Tendencia que, temo, se irá acentuando en un futuro.
Estoy convencida que estamos en un momento crucial que marcará hasta qué punto podemos gozar de una buena calidad de vida en Aguascalientes, y no, solamente, los más pobres sino todos los habitantes del estado. El primer camino que podemos tomar, el más fácil, es seguir vanagloriándonos de nuestro modelo de crecimiento urbano, tratando de convencernos de que en Aguascalientes no pasa nada –malo-. El segundo, es reconocer que tenemos problemáticas sociales que se reflejan en la creciente violencia social diaria, tanto dentro como fuera del hogar. Si queremos seguir siendo un ejemplo a nivel nacional, partamos de nuestras grandes ventajas competitivas y busquemos nuevos caminos que nos permitan hacernos cargo de la situación.
El camino que quiero proponerles es la creación y vivificación de espacios públicos, suficientes y de calidad, concebidos a partir de las necesidades de la población. ¿Por qué? Porque es ahí donde las personas pueden encontrarse con los otros, reconocerse como iguales – y diferentes- a los demás habitantes, y realizar actividades – recreativas, culturales y deportivas- que faciliten la coexistencia tanto fuera del hogar, en el espacio de proximidad, como al interior de la vivienda. Una definición de espacio público:
Los espacios públicos pueden asumir distintas formas y nombres en las ciudades, pero tienen en común el hecho de ser abiertos y accesibles, contar con cierta disponibilidad de infraestructura y permitir la realización de actividades individuales o grupales. Al mismo tiempo que son espacios para la permanencia –estar, admirar y pasear-, lo son también para la visibilidad de las diferencias. Los espacios públicos más tradicionales como las plazas, los parques y las calles encarnan el sentido mismo de la experiencia de la ciudad: encuentro con lo distinto, aventura, anonimato.
Apostemos al espacio público como el medio a través del cual fortalezcamos el tejido social, construyendo una comunidad, que ya no puede ser como la comunidad tradicional de Aguascalientes anterior a los setenta, pero que requiere existir para sostenernos como individuos, como ciudadanos y como miembros de la sociedad. ¡Ese es nuestro mayor desafío!
Un ejemplo sencillo
Margaritas, también conocido como Jesús Gómez Portugal, es una localidad suburbana de alrededor 8,000 habitantes que se esta conurbando con la ciudad capital; está dividida de norte a sur por el corredor industrial Aguascalientes-Rincón de Romos-donde se ubican un gran número de empresas trasnacionales con tecnología de punta-, y tiene un crecimiento proyectado de casi 100% en un periodo aproximado de 5 años. Esto se debe, además del crecimiento natural de la población, a la multiplicación de viviendas que se están construyendo en la localidad.
Sobre la calle principal de la localidad, Avenida margaritas, está el espacio público de centralidad por existencia. De un lado se encuentra un templo católico bastante grande y enfrente una escuela primaria –con turnos matutino y vespertino y con un total aproximado de 900 alumnos- y una biblioteca pública. En esta avenida se ubican gran número de negocios pequeños, restaurantes locales de maquinitas, estéticas, etc. Asimismo, como a una cuadra y media, se ubica un pequeño jardín que es bastante concurrido por las personas de la comunidad, sobre todo los fines de semana.
Sin embargo, eso que socialmente es un espacio público de centralidad por excelencia, en área que está entre el templo y la escuela, no tiene un referente arquitectónico concreto. Los usuarios de este lugar tienen que estar cruzando la calle –una avenida con cuatro carriles- haciéndose en las pequeñas banquetas y a veces hasta utilizando la calle como espacio para hacer ejercicio. La fotografía muestra ese lugar.
Además, en ninguna parte de la localidad existe un referente espacial, que muestre, tanto a sus habitantes como a sus visitantes, una identidad especifica de esta comunidad. Por ello hemos hecho una propuesta para la reestructuración de ese espacio. Mostramos la propuesta elaborada por el urbanista René Tabouret.
Lo que se sugiere aquí, dicho de manera sucinta, es reducir, en una extensión de 60 metros, el ancho de la calle de cuatro a dos carriles para circulación de los vehículos, y extender las áreas peatonales, una al mismo nivel de la calle y otra a una altura mayor para que sea más segura frente a la circulación vehicular. En el espacio público creado se ubicarían algunas jardineras y bancas. La calle, ahora de dos carriles, podrían seguir siendo utilizada por los vehículos, pero estos tendrían que bajar la velocidad, incrementando la seguridad de los peatones.
Si pudiera lograrse la propuesta, la Plaza Margaritas se convertiría en el espacio central de referencia en la localidad, dándole así una mayor identidad, y sería un lugar de coexistencia pública de proximidad para cientos de niños, jóvenes y adultos. Contando con ese espacio, ahora sí, socialmente apropiado y con referente arquitectónico concreto, se podrá revitalizar realizando eventos culturales y de entretenimiento, facilitando la reunión de las personas de Margaritas cuando acuden a ella políticos o líderes comunitarios, y dándole, en general, un espacio público de calidad para los usuarios que la habitan día con día, contribuyendo así a lograr una mejor calidad de vida, mayor cohesión social y urbanidad.
Este es un ejemplo pequeño si mostramos las dimensiones y las características del crecimiento urbano que está testificado el Margaritas actual y enorme si consideramos la cantidad de obstáculos que enfrenta para llevarse al terreno de los hechos. A manera de conclusión, es urgente que nos detengamos a valorar las pautas del crecimiento urbano en Aguascalientes y consideremos seriamente que para garantizar y mejorar la calidad de vida de los habitantes, necesitamos ir más allá de la producción masiva de vivienda. Necesitamos hacer ciudad y la ciudad, como bien lo dice Borja, es el espacio público.
Publicado en Parteaguas, revista del Instituto Cultural de Aguascalentes, invierno (2007) año 2 no. 7 (42-45)
contacto: benardsilvia@gmail.com
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